José Luis López Leceaga asegura que los años vividos en Volkswagen Navarra han sido muy importante para él, la fábrica forma parte de su vida. Desde que está jubilado tiene más tiempo para sus aficiones entre las que destaca la montaña y la lectura.
¿Recuerdas tu primer día de trabajo en la fábrica?
—Sí, entré a trabajar en Mantenimiento, como electrónico, en una dependencia que se llamaba Medios de Elevación y Transporte. Concretamente comencé un 7 de julio de 1977, cuando la fábrica
estaba totalmente vacía. Lo recuerdo como un comienzo complicado, aterrizando en una fábrica muy grande y con muchos retos por delante. Tocaba aprender, aprender y aprender. Allí estuve
año y medio.
¿Cómo fueron tus siguientes pasos en la fábrica?
—Salió una vacante en Recursos Humanos, que era de Formación. Durante mucho tiempo estuvimos sólo dos personas en estas funciones, y nos dedicábamos a hacer formación, promociones, exámenes, concursos… La formación era solamente la que se daba en los talleres. No existía lo que ofrece hoy en día Volkswagen Navarra. Desde aquellos años ya no me moví de Recursos Humanos, hasta completar 10 años como gerente, primero de Empleo y Administración de Personal y posteriormente de Personal Service.
¿Qué peso ha tenido tu experiencia laboral en Volkswagen Navarra en tu vida?
—Lo ha sido todo. Volkswagen ha sido mi vida. Ha habido épocas que hemos trabajado mañana, tarde y noche, porque éramos cuatro personas, ya que Recursos Humanos no tenía la dotación de plantilla que tiene ahora. Los procesos de selección y contratación, por ejemplo, eran larguísimos, eternos, y la responsabilidad que hemos tenido durante muchas negociaciones ha sido alta. Mirándolo con perspectiva, me doy cuenta de la cantidad de tiempo que he dedicado a la fábrica, en detrimento de, por ejemplo, la vida familiar. La conciliación tiene una importancia grande, e insisto en este tema cuando hablo con la gente más joven, aunque yo no haya sido el mejor ejemplo.
Teniendo en cuenta tu experiencia en la fábrica, ¿qué consejo le darías a una persona joven que está empezando su camino en Volkswagen Navarra?
—Profundizar en el camino de la formación. Volkswagen Navarra será la única fábrica en la que no haya persona con una titulación como la FP 2 que no esté ocupado en puestos para desarrollar la Formación Profesional. Es impresionante que en una fábrica con 4.500 personas se pueda decir eso. Volkswagen Navarra ofrece unas posibilidades sobresalientes para formarse. Mi consejo también incluiría participar en los procesos, adquirir el conocimiento adecuado y tener compromiso con la fábrica. El paso que ha dado Volkswagen Navarra en la formación dual es un hito y tenemos que sacarle el máximo partido. Partimos de estar dos personas dando formación a lo que hay ahora. Es un valor brutal.
Por otro lado, creo que también hay que avanzar en la rotación dentro de la fábrica, aunque yo sé que no soy el mejor ejemplo de eso. Es decir, que los trabajadores tengan una disponibilidad
y que estén abiertos a otros retos. Como también veo fundamental el tema de los idiomas, con personas que salgan fuera y puedan venir posteriormente. Las nuevas generaciones han roto las fronteras y han eliminado barreras con el exterior y con los idiomas que nosotros ni imaginábamos, y eso me encanta. Es muy bueno para el futuro de la fábrica.
Como exgerente de Personal Service, ¿cómo definirías, en líneas generales, la plantilla de Volkswagen Navarra que has conocido? O dicho de otra manera, ¿qué aspectos son claramente reconocibles en los empleados de Volkswagen Navarra?
—Para mí existe una plantilla genial. ¿Y qué quiero decir con genial? Que en líneas generales es una plantilla comprometida, implicada con la calidad en el trabajo y orgullosa de la marca. Más allá de que puedan existir y convivir diferentes puntos de vista en determinados aspectos sociopolíticos. Y esto se aprecia muy bien en periodos como el de un lanzamiento. Todo el mundo se implica y da lo mejor que tiene dentro.
En estos años habrás recibido a numerosas personas en tu despacho, en busca de una oportunidad laboral o para tratar temas de prejubilaciones. ¿Recuerdas especialmente algún caso?
—Recuerdo una serie de casos con un mismo patrón. Ahora uno puede tener la prejubilación a los 61 años, pero también ha habido años en la fábrica en los que uno se iba a los 65. Pues bien, recuerdo varias visitas en las que esposas de trabajadores venían a mi despacho y me decían: “Oye, que me dice mi marido que va ya a casa, pero no le dejéis, que en la fábrica está muy bien, ¿qué va a hacer este hombre todo el día en casa?”. Fueron casos que ya quedan atrás, pero que reflejan cómo la sociedad y la propia fábrica han ido cambiando.
En los últimos años se vienen dando pasos para articular un relevo generacional en la plantilla. ¿Qué virtudes se buscan en las personas que se incorporan a la plantilla? ¿Qué patrón tienen las personas que contrata Volkswagen Navarra?
—Creo que es importante buscar personas que se identifiquen con la fábrica, que sean capaces de romper con el individualismo, de entender que hay que formar un equipo y mostrar capacidad para adaptarse al concepto Volkswagen de formación, de grupo y de responsabilidad, porque será de las pocas fábricas, que yo conozca, en las que la plantilla forma parte de las decisiones que se
toman: en procesos, en calendarios, en sistemas productivos… Es fundamental tener mentalidad de equipo y capacidad para integrarse e implicarse desde el primer día.
Has estampado tu firma en los últimos cuatro convenios colectivos de Volkswagen Navarra, con negociaciones desarrolladas en tiempos positivos y en situaciones de dificultades. ¿Recuerdas, por su crispación o por su dificultad, algún momento en especial?
—En todos estos años ha habido momentos muy buenos y algunos más complicados, pero en líneas generales me quedo con la progresión positiva que ha vivido la fábrica. Yo diría que en cada convenio colectivo las relaciones han ido a mejor. Se han superado muchas situaciones y estamos en una dinámica que crece en positivo. Actualmente existe una relación correcta con la representación social. Es bueno que exista un compromiso de unidad, especialmente en todo aquello que es adecuado para el trabajador. Que tomemos un camino y que todos trabajemos juntos para conseguir los objetivos. Un esfuerzo en común y de todos. En este sentido, siempre he creído que las relaciones laborales no son exclusivas de Recursos Humanos y del mundo sindical, sino también del Comité de Dirección. Por ejemplo, Finanzas tiene muchas cosas que decir en las negociaciones. Al final, la conjunción del mundo de la Producción con Recursos Humanos y con el mundo sindical, siempre apoyado por el Comité de Dirección, es fundamental para alcanzar los objetivos y llegar a acuerdos.
Durante el periodo de vigencia del último convenio colectivo, el octavo, se ha anunciado la adjudicación de un segundo modelo a nuestra fábrica y se ha dado paso al nuevo Volkswagen Polo. ¿Vive Volkswagen Navarra uno de sus mejores momentos?
—Volkswagen Navarra vive el mejor momento de su historia, pero me gustaría que no nos durmiéramos en los laureles. Es decir, hemos dado un paso, y en la fábrica lo tenemos todo: dos modelos, tecnología, formación, personal… Por eso, ahora que tenemos todas las bases, es el mejor momento para seguir al pie del cañón. Sin detenernos.
En diciembre de 2016 finalizaste tu trayectoria profesional en Volkswagen Navarra. ¿A qué te dedicas desde entonces? ¿Cómo es un día típico en esta nueva etapa?
—Acabé de trabajar con 63 años. Antes, hace años, yo estaba casi convencido de que después de la fábrica no habría nada especial en lo que invertir el tiempo, pero hay una vida y muchas cosas. De hecho, ahora tengo muchas ocupaciones. Me encanta la naturaleza, me gusta dar paseos, sobre todo por el Valle de Aranguren, los jueves suelo ir a la montaña con mi amigo Ángel Azpeitia, los domingos hago Pirineo con mi mujer y disfruto un montón con mi nieto, que ha nacido hace poco. Vivo con tranquilidad y sin apenas mirar el reloj.
¿De dónde procede esa pasión por la montaña y la naturaleza?
—Con 16 años empecé en Oberena. Obviamente, he ido bajando los niveles de dificultad y la intensidad, antes era de subir los montes con rapidez, con unas cuantas galletas y con aquellos chubasqueros que se enrollaban en una bolsita. Ahora me detengo mucho más, observando un montón de detalles de los árboles, de las flores y de los animales de cada zona. Me gustan mucho las aves y en especial el quebrantahuesos. Es magistral, de una belleza sobresaliente. Además, he dado un paso más, y también escribo y dibujo mapas sobre los caminos. Ahora puedo dedicar algo de tiempo a la lectura y a la construcción de pequeños trenes en miniatura, con casetas, montañas… La verdad es que no me faltan actividades en el día a día.