Pedro Esparza, trabajador de Volkswagen Navarra desde 1998, lo tuvo claro cuando su mujer se quedó embarazada: un Polo podría solucionar las necesidades de su familia. Han pasado más de diez años desde entonces, pero el coche sigue funcionando perfectamente y Pedro espera que siga haciéndolo durante unos años más. “Estamos muy contentos con él”, afirma.
¿Desde cuándo tienes tu Polo?
—Desde el año 2003. Es mi segundo coche. Al primero le hice muchos kilómetros porque en aquella época trabajaba en Guipúzcoa e iba y venía todos los días. Pero después me compré el Polo y, pese a todos los años que llevo con él, no tiene muchos kilómetros. Soy de un pueblo que se llama Pitillas, pero vivo en Pamplona y, por mucho que te desplaces dentro de la ciudad, los trayectos aquí son cortos.
Hasta ahora, ¿qué tal la experiencia?
—Debe de ser muy buena, porque sigo con él y no tengo más coches (ríe). Lo compré cuando iba a tener familia. En aquel momento estaban en auge los coches grandes y los monovolúmenes… Yo, en cambio, hablé con mi mujer y apostamos por un coche pequeño, fácil de conducir y de aparcar. En ese momento cubría todas mis necesidades y a día de hoy sigue haciéndolo. Además, a lo largo de este tiempo he tenido oportunidad de cambiar de coche en varias ocasiones y no he querido; estoy contento con él y espero que todavía me dure unos años.
¿Cuál es el viaje más largo que has hecho con tu Polo?
—En mi caso, quizá sea París, pero también hemos estado en Lisboa y en Cádiz.
¿Puedes contarnos alguna anécdota?
—Hace cinco años se nos reventó una rueda cuando volvíamos de pasar unas vacaciones en Torrevieja. Eran las tres de la tarde, hacía 33 grados, y a la media hora una barra que formaba parte del entramado de una barraca de feria debió de caerse de un camión y nosotros la pisamos con el coche. En los lados tenía unos hierros y eso fue lo que la reventó. Tuve que sacar todas las cosas del maletero para poder cambiar la rueda, hacía muchísimo calor…¡Imagínate, no quise ni avisar a la grúa por terminar antes! (ríe)
¿Qué es lo que más te gusta del modelo que elegiste?
—Es un modelo que tiene bastantes cosas extras: cargador de CD’s incorporado que admite hasta seis discos, asientos calefactables, techo solar… En verano cuando dejamos el coche en la campa me encanta abrir el techo y las ventanillas para que salga el calor; es lo que más agradezco. Además, los asientos calefactables también son una gozada en invierno.
Como usuario de Volkswagen, ¿qué crees que distingue a la marca?
—Además de la seguridad, la calidad de los acabados. Yo tenía antes otro coche, el Peugeot 205, y en mi familia había también otros coches, y se nota cómo después de tantos años sufren
los materiales. En mi coche anterior los mandos de activar la calefacción, de abrir las ventanillas, o el acabado del salpicadero, por ejemplo, tenían colores diferentes o se abombaron un poquito con el tiempo. En cambio el Polo, que está en la calle cuando estoy trabajando, se mantiene muy bien.
¿Echarás de menos a tu Polo cuando tengas que decirle adiós?
—Cuando toque, sí. A lo mejor nos animamos y hacemos una apuesta por el segundo modelo que tiene planificado lanzar Volkswagen Navarra en el futuro. Pero, si el que tenemos ahora sigue en buenas condiciones, lo mantendré. Mi hija Amaia tiene solo 12 años, pero quizá dentro de un tiempo le pueda venir bien