¿Cómo nace tu afición por los belenes?
—Desde crío, porque tanto mis abuelos como mis padres montaban belenes y a mí me empezó a gustar. Con 8 años empecé a aprender la técnica para trabajarlos. Desde pequeño he estado aprendiendo junto a mi padre en la Asociación de Belenistas de Villava y con el tiempo le fui cogiendo el relevo.
Y paso a paso hasta llegar a presidir la Asociación de Belenistas de Villava.
—Así es. Ahora estoy comenzando mi segunda etapa como presidente. En la primera estuve siete años, desde 2008 hasta 2015, y en 2019 he retomado la presidencia. La asociación acaba de cumplir en 2019 sus primeros 25 años de historia. Ahora tenemos unos 90 socios y trabajando en los belenes estamos un grupo de 15 personas. Además, otras 5 personas llevan los temas de programación, organización de actividades navideñas, festival de villancicos, concursos… Tenemos de todo, desde gente joven con muchas ganas de aprender hasta personas jubiladas que tienen aquí su pequeña afición. Ser belenista es sinónimo de ser electricista, fontanero, ingeniero, informático, artista, historiador… En nuestra asociación acogemos con los brazos abiertos a cualquier persona que tenga interés.
¿Qué belenes prepara la Asociación de Belenistas de Villava?
—Este año hemos tenido el principal, que es el que se ubica en la iglesia de San Andrés, en el mismo centro de Villava, y muy cerca, en la Casa de Cultura del pueblo, tenemos la exposición de belenes, donde se acercan un montón de personas durante las fiestas de Navidad. Tienen muy buena acogida y siempre renovamos cosas e introducimos algunas novedades para ofrecer un aliciente distinto cada temporada. También hemos expuesto algunas de nuestras obras en Baluarte y en diferentes establecimientos comerciales. Además, para la Casa de Cultura estamos preparando el proyecto de un belén especial con motivo de los 25 años de la asociación. A través del Ayuntamiento de Villava hemos conseguido una subvención de 6.000 euros para completarlo. Se trata un belén de grandes dimensiones, con figuras de un escultor muy reconocido en el sector belenista como es José Luis Mayo. Son espectaculares, de 24 centímetros de altura. Nuestra idea es que esté durante muchos años en la Casa de Cultura, para disfrute de todos los vecinos. Es un regalo que teníamos pendiente con el pueblo de Villava.
Y dentro de la Federación de Belenistas de Navarra, ¿cuál es la realidad de la organización?
—La Federación surgió en 1997. Este año nos hemos centrado en apoyar a la Asociación de Belenistas de Tafalla, porque con las inundaciones que tuvieron en verano perdieron todo el patrimonio que tenían, sus locales sufrieron graves daños y prácticamente tuvieron que despedirse de todo el material, los belenes, las figuras… Les hemos apoyado con la cesión de belenes de otras asociaciones y diversos materiales, además de recursos humanos, para que Tafalla no dejara de tener una buena exposición. Además, estamos aprovechando este tiempo para intentar renovar un poco algunos aspectos de la federación, buscando apoyo económico e institucional, incorporando, por ejemplo, actividades interesantes y cursos formativos para las diferentes asociaciones. También estamos trabajando junto a la Federación Española de Belenistas para que el belenismo sea declarado por la UNESCO patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Y lo estamos consiguiendo.
¿Ves alguna similitud entre el minucioso trabajo que requiere un belén con la labor que realizas en Volkswagen Navarra?
—Son mundos diferentes. En los belenes te metes a trabajar y te evades de todo. Te puedes pasar 12 horas en el taller sin enterarte. A lo mejor, si tuviera que buscar algún aspecto parecido, te diría el cuidado del detalle. En la fábrica hay que vigilar con cuidado cada paso del proceso productivo, y eso en los belenes también está muy presente, con el cuidado del producto, haciendo las cosas bien, con mimo y con detalle, buscando casi la perfección. Y si tuviera que añadir otra similitud, diría la dedicación, porque las personas que montamos los belenes de la asociación comenzamos a trabajar en el mes de febrero, y desde entonces habré invertido, más o menos, unas 500 horas en las construcciones.
¿También hay una similitud en el reciclaje y aprovechamiento de materiales, en repensar un nuevo uso para una pieza concreta?
—Efectivamente. Le damos mil vueltas al tema del reciclaje. Piezas que a lo mejor tenemos hechas para un belén tenemos que pensar cómo podemos reutilizarlas para otro proyecto más adelante. Y eso también me pasa en el trabajo en Volkswagen, cuando ves piezas de embalaje que pueden tener una segunda vida o servir para otras funciones. Por otro lado, a entidades como las nuestras el porexpán, que es el material que más utilizamos para construir los belenes, nos cuesta un dinero, y la verdad es que es una pena que pueda haber empresas que no hagan un buen reciclaje de estos materiales para darles una segunda vida. A asociaciones como las nuestras siempre nos viene bien cualquier material de este tipo para aprovecharlo y convertirlo en obras de arte.
Las nuevas tecnologías van incorporándose al día a día de Volkswagen Navarra. ¿También se está dibujando ese cambio en el terreno de los belenes o se mantiene un perfil más tradicional?
—Se van dando pasos. Se comienzan a utilizar bastante las impresoras 3D, para poder hacer varias piezas iguales en diferentes escalas y ganar tiempo, o aparatos de láser para cortar el porexpán en diferentes grosores. Además, cada día van surgiendo más empresas de ingeniería y tecnología que se dedican al mundo del belenismo y el maquetismo. Nosotros, por ejemplo, a través de una de ellas, hemos adquirido un controlador informatizado de iluminación que nos permite, a través de led, meter muchos efectos a los belenes, consiguiendo puntos exactos de luz, de noche y día, reproducciones de sonido, proyecciones… Se consigue un mundo mágico en torno al belén. Hoy en día hay muchas posibilidades.
Volkswagen Navarra posee una larga tradición en torno a los belenes.
—Es muy bueno el ambiente que se crea en torno a los belenes de la fábrica, tanto por el trabajo en equipo que hay detrás como por la competitividad sana que se genera entre departamentos. Además, luego hay un gran número de personas que los visita y eso es realmente gratificante. Al final, cada uno colabora en la elaboración de un belén por un motivo, religioso, creativo, por tradición, por estar con los compañeros… Como presidente de la Federación de Belenistas de Navarra me gusta que tanto las instituciones públicas como las empresas privadas sigan poniendo su granito de arena para tener sus belenes. Es muy importante apostar por ellos y mantenerlos. Son arte, cultura, tradición y unen a la gente, y todo eso hay que fomentarlo y apoyarlo.
¿Has participado en los belenes de Volkswagen Navarra?
—La verdad es que por falta de tiempo todavía no he participado. Si bien es cierto que desde hace mucho tiempo tengo una espinita clavada: regalarle a la empresa uno de mis proyectos personalizados para compartirlo con todos los compañeros y para que puedan disfrutarlo de cerca. Estoy convencido que ese sueño se hará pronto realidad.